Esa ilustración es mIA

 

Esta semana, Mónica León, PR Digital Director, reflexiona sobre la evolución de la IA y cuáles son los límites y las regulaciones que deberían marcarse.

 

Foto de Mónica León

Como comentaba Pablo Haya, director de Social Business Analytics del Instituto de Ingeniería del Conocimiento, en la sesión de OmniTalks celebrada el pasado viernes, estamos viviendo en un pico de atención y evolución de la inteligencia artificial.

Hace algo más de una semana, el chat de Bing aún no existía y no se había adelantado al anuncio del Bard de Google. Hace 3 meses, aún no le habíamos hecho ninguna pregunta a chat GPT y hace un año, no sabíamos lo que era DALL.E 2. La cosa va rápido, muy rápido.

Sin embargo, somos muchos los curiosos que ya hemos preguntado a Chat GPT más de una cosa (relacionada con nuestro trabajo, o no) o hemos intentado generar una ilustración “a la carta” con ayuda de una IA como DALL.E. Más allá de probar y divertirnos o encontrarle cierta utilidad, debemos ser conscientes de que estamos usando y entrenando una inteligencia artificial que puede suponer el cambio en la forma en la que hasta ahora usábamos los buscadores o la forma en la que utilizamos ciertas herramientas para ser más eficientes en nuestro trabajo del día a día.

Y es que, es maravilloso tener la opción de generar una imagen de un unicornio hablando por teléfono. Así, tal cual se me ocurre.

 

Ahora bien. DALL.E, está creando este unicornio en base a miles de imágenes que ha rastreado hasta generar esta ilustración en cuestión de segundos. ¿Soy una artista por pedirle esto? Definitivamente, no. Sin embargo, seguramente este unicornio tenga mucho del trabajo de algún artista real.

Como bien apuntaba Pablo Haya, no debemos olvidar que detrás de la IA hay humanos. Y ninguna IA es tan creativa como los humanos que tiene detrás. De la misma forma que Chat GPT, Bard o el chat de Bing rastrean información para encontrar respuestas y, al hacerlo, están considerando artículos o posts escritos por diferentes personas, IAs como DALL.E generan imágenes en base a obras de artistas reales.

¿Y qué pasa cuando te dedicas a ilustrar, generas tu propio estilo y una IA lo utiliza, lo modifica ligeramente y lo ofrece como resultado? ¿A quien pertenece la obra resultante? ¿Están los artistas desprotegidos ante esta forma de generar imágenes? Sin duda, es algo sobre lo que reflexionar y que deberá regularse en el futuro. De hecho, ya hay bancos de imágenes limitando su entrada, lo cual ya es indicativo de que será necesario cierto control para proteger los derechos y el negocio de diferentes artistas y plataformas.

Fue el caso de la ilustradora Sarah Andersen (Sarah’s Scribbles), que demandó, junto a otras dos artistas a Stable Diffusion y Midjourney, dos de las IAs generativas de imágenes más conocidas, además de a Deviantart. 

Las IAs generativas nos sorprenden, nos entretienen, pero también empiezan a moverse aquellos que están directamente afectados por sus resultados. ¿Qué demandan? Quieren que las empresas que hay detrás de estas IAs tengan en cuenta las consecuencias y se empiece a regular su uso de una forma justa para los creadores. Las actuales leyes de propiedad intelectual no contemplan que una IA pueda equiparar a un autor que plagia a otro, por lo que no se considera propiamente como una infracción.

¿Habrá forma de “ponerle puertas al campo” y regular el uso de las IAs teniendo en cuenta el ritmo de evolución reciente? Sin duda, será necesario, pero no será tan rápido como generar una imagen de un perro con gafas de sol y comiendo un helado.