La COP, un agitado universo de comunicación y desafíos climáticos

Fabricas

Ríos de tinta ha traído la COP28. Ya prometía, desde el momento en que era un país miembro de la OPEP, Emiratos Árabes Unidos (UAE), el que la acogía, y más específicamente la ciudad de Dubai, símbolo de un modelo bastante alejado del ejemplo social y medioambiental que tenemos en mente cuando hablamos de sostenibilidad. A esta ecuación hay que sumar un presidente que también es CEO de la compañía petrolera del país anfitrión. Todo ello para abordar el reto principal que sobrevuela el debate del cambio climático: reducir, hasta llegar a suprimir (o no), el uso de combustibles fósiles (el llamado phase out) como principal medida para lograr el objetivo de no superar el aumento de 1.5 grados de temperatura con respecto a la época preindustrial que se fijó allá por el 2015 en el famoso Acuerdo de París.

El otro gran tema es el dinero: por un lado, la financiación climática, que se arrastra desde el Acuerdo de París para el apoyo financiero climático a los países en desarrollo, y cuyo compromiso se revisa en cada cumbre; y, por otro, el fondo de pérdidas y daños, que se estableció en la pasada COP, para ayudar a las comunidades vulnerables que sufren la crisis climática en primera persona a pesar de haber contribuido poco a provocarla.

 

Un agitado universo de comunicación

Desde el punto de vista de comunicación la COP siempre es prolífica y controvertida. Empezando por los propios textos que resultan de la cumbre, que son el núcleo de cada encuentro y donde cada palabra es clave, porque tiene implicaciones directas en el compromiso y la responsabilidad de los países, hasta todo el universo de comunicaciones que genera a su alrededor por parte de gobiernos, expertos y medios de comunicación: opinión, debate, conversación o discusión, según el foro.

Y no lo decimos de broma, si buscas en Google noticias sobre la COP28 aparecen nueve millones y medio de resultados.

Incluso la realización de la cumbre en un país como UAE comunica, y se puede ver desde una doble perspectiva: como una forma de greenwashing a lo bestia de los países más reticentes al cambio que quieren proteger sus propios intereses; o como una forma de presión del resto del mundo a esos mismos países que durante dos semanas están en el punto de mira y tienen que posicionarse.

 

Y ¿en qué ha quedado todo?

Este no es un análisis de conclusiones de la COP, para eso ya hay muchos y muy variados. Te recomendamos el texto que ha elaborado nuestro equipo de Public Affairs o el de Planeta Mauna Loa o Climática, pero no queremos dejar de mencionar los principales puntos y acuerdos (o no tanto) que han salido de esta edición:

Lo más destacado: los combustibles fósiles. Por primera vez en una COP se habla de «transitar para dejar atrás los combustibles fósiles» (transitioning away es el término elegido para no hablar de reducir hasta llegar a suprimir o phase out) pero tampoco dejarlo en las decepcionantes versiones de años anteriores.

Además, se ha acordado fijar un compromiso para triplicar la capacidad instalada de energías renovables y, en cuanto a la financiación, se ha reconocido que no se ha cumplido el objetivo (la aportación de 100.000 millones de dólares al año para la acción climática en los países en vías de desarrollo) así que se ha rescatado esa meta y se ha empezado a trabajar en un nuevo fondo para 2025.

El problema es el mismo de siempre, que los acuerdos no son vinculantes, así que no son garantía de que se vayan a tomar las medidas necesarias para lograrlos. Los estados deberán presentar nuevos planes climáticos para reducir sus emisiones dentro de dos años, en 2025.

 

 

La montaña rusa del presidente de la COP

Y como esto es un boletín de sostenibilidad, pero también de comunicación, no podemos dejar pasar el episodio protagonizado por el presidente de la conferencia Al Jaber, porque dará material para los cursos de portavoces actuales y venideros y servirá para explicar la importancia de tener un discurso atado y bien atado, consistente y sin lagunas. Para lagunas la que, en este caso, destapó una periodista de The Guardian preguntando en una rueda de prensa qué tenía que decir el presidente de la COP sobre las declaraciones de un encuentro online de hacía unos días en las que él mismo afirmaba que la ciencia no tiene evidencia ninguna de que la reducción de combustibles fósiles fuera a mitigar el calentamiento global…


Y, como reacción a lo que se puede llamar una crisis de comunicación en toda regla, esas de las que intentamos huir, ahí estaba el equipo de comunicación de la COP que organizó rápidamente un encuentro al día siguiente de Al Jaber acompañado nada menos que por el presidente del grupo de científicos climáticos de la ONU (IPCC), Jim Skea, para aclarar el “malentendido”.

 

Y después de todo, a pesar de las subidas y bajadas en su popularidad y de las voces que celebran o critican el resultado de la cumbre y califican los términos de vagos o insuficientes, Al Jaber será recordado como el presidente que consiguió, después de 30 años de COPs, el acuerdo que marcó el principio del fin, o al menos marcó el camino para dejar atrás los combustibles fósiles.

 

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