Seguro que no has pasado por alto la última moda viral, en la que gracias a la inteligencia artificial, numerosos influencers han publicado una versión de lo que sería su anuario como estudiante de los 90 en EEUU.
Y es que, como ya hemos adelantado en anteriores observatorios, la IA ha venido para quedarse, y con ello la polémica sobre su impacto transformador en nuestras vidas, desde cómo nos relacionamos a cómo trabajamos. Afectando tanto a los usuarios individuales como a las empresas, medios de comunicación y a la sociedad en general.
Durante toda la historia, los cambios tecnológicos han supuesto un mundo de oportunidades, pero también de riesgos. En nuestro caso, la combinación de la IA y las redes sociales conlleva cambios significativos en la manera en que consumimos información, interactuamos y generamos contenido.
Su principal ventaja es la mejora en la eficiencia y productividad, ya que nos ayuda a crear contenido automatizado, desde imágenes, hasta textos o videos, programar publicaciones, incluso identificar patrones y tendencias que nos ayuden a optimizar el contenido. Plataformas como Facebook, Instagram, Twitter y YouTube utilizan algoritmos de IA para analizar el historial de interacciones de los usuarios y ofrecer contenido que sea relevante para ellos. También lo vemos en grandes empresas, como la multinacional financiera Morgan Stanley quien utiliza la IA en la gestión patrimonial, o la plataforma de idiomas Duolingo que lo usa para ayudar a los alumnos a practicar conversaciones corrigiendo y enseñando pronunciación.
Otro claro ejemplo es TikTok, desde los filtros que ofrece para cambiar tus rasgos y hacerlos “más estéticos” hasta el nuevo chatbot en el que han estado trabajando, denominado “Tako”, que podría cambiar radicalmente el método de búsqueda y navegación en la aplicación, siendo capaz de responder preguntas formuladas por los usuarios, y generar conversaciones virtuales de manera directa y en tiempo real. O LinkedIn, con sus artículos colaborativos, con los que buscan aprovechar el conocimiento de la comunidad para abordar diferentes cuestiones profesionales, como las mejores estrategias para ascender en tu empresa o cómo planificar una campaña de promoción para un target concreto. Artículos impulsados por al IA pero que necesitan de los expertos, seleccionados por la propia plataforma, para dotarlo de contenido y retroalimentarlo.
Pero como contrapunto, la IA también puede generar contenido falso o manipulado, y con ello aumentar el riesgo de desinformación, la creación de filtros burbuja (donde los usuarios solo ven contenido que refuerza sus gustos y opiniones) y la pérdida de creatividad.
Para ello, compañías como TikTok, han actualizado su política añadiendo una nueva norma que obliga a los usuarios a etiquetar los contenidos que hayan sido generado con IA con la intención de que el usuario no se sienta engañado.
Es evidente que la tendencia a seguir por empresas, usuarios y creadores de contenido será incorporar cada vez más la IA en sus actividades cotidianas, aumentando las funcionalidades y opciones de esta. Por lo que necesitaremos establecer un marco ético que lo regule y que garantice que las redes sociales sigan siendo plataformas útiles y fiables para seguir aprovechando su potencial de manera positiva. Lo que si tengo claro es que por mucho que incorporemos la IA a nuestras vidas, siempre dependerá de una inteligencia humana que le aporte autenticidad.