CSRD: el reto de reportar la cadena de valor para cumplir con la nueva directiva europea

Si la implantación de la ley de información no financiera ya supuso un reto mayúsculo para buena parte de las empresas que se vieron obligadas a establecer protocolos y cambios internos para poder dar respuesta a los requerimientos formulados, la entrada en vigor de la Directiva sobre Información Corporativa en materia de Sostenibilidad, más conocida como CSRD, supone un cambio de paradigma radical. La nueva directiva, que se encuentra en proceso de transposición a la legislación española, es una muestra de la clara ambición de la Unión Europea por liderar la necesaria transformación global hacia un mundo más sostenible.

Como es de sobra conocido, el alcance de la CSRD es mucho mayor que el de la directiva de información no financiera, estimándose que afectará a alrededor de 50.000 empresas europeas frente a las 12.000 de la legislación anterior. Aunque la UE ha planteado una implantación progresiva, el calendario es muy ajustado (en 2025 ya tendrán que reportar los datos de 2024 todas las empresas sujetas a la directiva de información no financiera) y la modificación propuesta es de tal calado que obliga a las empresas a empezar a prepararse ya para poder cumplir con los plazos establecidos.

 

El gran desafío: calcular el alcance 3 de la Huella de Carbono

Más allá de la multiplicación de los indicadores a reportar, el principal cambio y el mayor reto para las empresas estriba en la obligatoriedad de incorporar a toda su cadena de valor en el reporte de sostenibilidad. Con esta premisa, la Unión Europea busca replicar su modelo de liderazgo en el tejido empresarial, de manera que las grandes corporaciones generen un efecto tractor sobre las medianas y pequeñas empresas, obligándolas a impulsar criterios de sostenibilidad.

En este terreno, y aunque son muchos los indicadores a los que afecta, la medición de la huella de carbono se torna aún si cabe más importante. Hasta la fecha, la mayoría de las empresas reportaban sus emisiones de alcance 1 y 2, es decir, las que hacían referencia únicamente al impacto de sus operaciones propias y las provenientes de las fuentes de energía empleadas, pero a partir de la implantación de la CSRD, será obligatorio reportar también las de alcance 3. Estamos hablando de conocer el impacto de nuestras emisiones tanto upstream (emisiones de materias primas) como downstream (emisiones tras la producción de un producto, durante su uso y hasta su completa eliminación).

Tal y como indica Sandra Ojiambo, CEO del Pacto Mundial de la ONU y Subsecretaria general de la ONU, “para hacer frente a este reto, es fundamental orientar a las pymes de sus cadenas de suministro en la consecución de la sostenibilidad”. Y es que, efectivamente, la colaboración con los agentes que forman parte de la cadena de valor se torna imprescindible y, más si cabe, si tenemos en cuenta que muchos de ellos, por sus propias características, no se habrán enfrentado jamás a un ejercicio similar. 

Ante este desafío, las grandes empresas deben asumir su papel de liderazgo, colaborando con la formación de sus proveedores, especialmente en el caso de las pymes, para que estas puedan convertirse a su vez en agentes del cambio.

Para poder llevar a cabo este arduo trabajo, se hace necesario contar con partners de confianza que no solo ayuden a realizar este ejercicio, sino que también contribuyan a ponerlo en valor, proyectando no solo el mero cumplimiento normativo sino, muy especialmente, el compromiso firme y tangible de nuestra empresa con la sostenibilidad.

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